GRUPO SUBALTERNO: TRABAJADORES DE ASEO
DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
MARCO
TEÓRICO
Hemos
seleccionado como grupo de investigación a los trabajadores del aseo de la
Universidad Nacional de la Sede Bogotá. Nuestro propósito: indagar, con base en
diez preguntas de sondeo y cinco más
de encuesta realizadas al grupo de
trabajadores, si estos empleados del aseo de la Universidad son o no un grupo subalterno. Para ello, haremos una
interpretación a las respuestas obtenidas y nos apoyaremos en la bibliografía
trabajada a lo largo del semestre, con especial énfasis en el pensamiento de
Antonio Gramsci.
En
primer lugar es importante aclara el concepto de subalternidad. Para tal
propósito, consideremos lo que dice Massimo Modonesi, tomando como referencia a
Gramsci, acerca del término subalterno;
dice que el individuo subalterno es aquel que está subordinado por otra persona
o por una institución; se basa en una relación de dominación, en términos
gramscianos, de hegemonía; es una relación de fuerzas en permanente conflicto,
y los resultantes dominados son los llamados subalternos. Ahora, cabe traer a colación la historia de Macondo en
Los funerales de la Mamá Grande, pues
en ese relato se evidenciaba con claridad una relación de hegemonía dominante -
dominado, en la cual los dominados no hacían nada para salir de su condición
subalterna y quebrar la dominación, y sólo fue hasta el final cuando pudieron
respirar de alivio por la muerte de Mamá Grande. Bien, ¿pero por qué es
importante recordar dicha historia? Porque en el relato los grupos subalternos
no hacían ni hicieron nunca nada para disputar la hegemonía y parecían preferir
ignorar su estado oprimido y seguir como si nada pasara; sin embargo, cosa
contraria ocurre con nuestro grupo de trabajadores del aseo, pues ellos
efectivamente sí reconocen y admiten que son un grupo inferior, jerárquicamente
hablando; es decir, por ejemplo, no tienen la importancia de un ejecutivo de alta insignia. Adicional a eso, los
señores aseadores, a quienes cuando nos encontrábamos iniciando el trabajo
preguntamos: “¿por qué ustedes trabajan
como aseadores?”, respondieron que era porque no habían tenido ninguna otra
oportunidad mejor, y que la poca educación que habían tenido sólo les alcanzaba
para eso. Ahora bien, ese reconocimiento a sí mismos como gente trabajadora y
subordinados es en efecto algo muy bueno, pues, como dijo Gramsci, es a partir
de esa conciencia como subalterno de donde se parte para conquistar su
autonomía, disputar la hegemonía y paulatinamente dirigirse al Estado y quebrar
definitivamente su dominación; además, como nos recuerda Vallejo, el estado
clientelista colombiano ha hecho hasta lo impensado para seguir con la
hegemonía egoísta y continuar con la explotación del pueblo trabajador, sin
embargo, y pese a esto, no debemos rendirnos, como dijo Zuleta, tenemos que
recurrir a la lucha, a la participación y movimiento de las masas, y dicha
lucha es la democracia concienzuda y crítica; no olvidemos el dialogo, pues
según él, es la manera real y efectiva de tratar a todos los hombres como
iguales, y es que es eso lo mínimo que se requiere para disputar una hegemonía,
la igualdad.
Dado
lo anterior por sentado, centramos nuestra atención ahora en la interpretación
y análisis de las respuestas de nuestro grupo estudiado a las preguntas de sondeo y encuesta. Es importante mencionar que, a petición de los señores y
señoras del aseo, sus respuestas y nombres serán totalmente anónimos, razón por
la cual las grabaciones de las respuestas (anexadas en el blog junto a este
trabajo) en ocasiones suenan cortadas;
no obstante, el audio de las respuestas está íntegramente conservado.
ANÁLISIS DE DATOS
Los aseadores muestran una muy buena aceptación a recibir a
ex-guerrilleros reinsertados en sus círculos sociales, como amistades y como
familia, hay casi una unanimidad, el 90% dijo que sí, siempre y cuando hayan
cambiado, dejado sus actos delictivos, se hayan arrepentido y hayan recibido
una formación académica si les falta, sólo un 10% dudó y dijo que tal vez si
fuera familia. Hay muy buena aceptación también en el ámbito de dejarlos hacer
política, un 75% de los encuestados apoya que los guerrilleros reinsertados
puedan hacer política, lo ven como una oportunidad de que se reinserten a la
vida cívica y como un modo de dejar las armas para luchar por sus ideales, por
otro lado, el 25% restante no cree en el cambio, afirman que las actividades
delincuenciales van a seguir.
Por otro lado, la amnistía es la extinción de una responsabilidad penal
de un delito, es como perdonar los crímenes y no darles un castigo
penitenciario, los aseadores llegan casi a una unanimidad con respecto a este
asunto, un 90% de los encuestados no apoyan la amnistía, pues dicen que deben
pagar sus crímenes como cualquier otro, y que ningún crimen debe ser olvidado,
mientras que la minoría el 10% afirma que para perdonar es necesario olvidar,
tanto en el ámbito personal como en el ámbito jurídico. Si se mira desde un ámbito
más personal y psicológico, a la pregunta de si estarían dispuestos a
perdonarlos por los daños hechos al pueblo colombiano un 20% no supo qué
responder, un 45% opino que sí, pues se les debe dar una oportunidad, como
seres humanos que son, merecen el perdón siempre y cuando vengan con una
verdadera intención de cambiar, el otro 35% opina que no estarían dispuestos a
perdonar, pues cometieron muchos asesinatos y crímenes.
En cuanto a la percepción que tienen los encuestados sobre el proceso de
paz, descubrimos que el 90% consideran que este representa ganancia para el
país mientras que el 10% consideran que no. Las ganancias que perciben los
encuestados están entre el aumento de presupuesto nacional a causas
sociales como la educación, la salud, el empleo etc. Ya que se reducirá
la inversión en la guerra. Además consideran que el ambiente de paz contribuye
a que los colombianos se sientas más seguros, se fortalezca la confianza social
y por tanto las relaciones. Dentro de las ganancias más importantes están
la reducción de fenómenos negativos como la delincuencia, la mortalidad,
la pobreza, la violencia además se suma el beneficio del mejoramiento de la
imagen internacional. Los que no perciben ganancia en el proceso de paz piensan
que la firma de un pacto no garantiza un cambio real en la sociedad, creen que
la paz es algo que va más allá de un acuerdo inscrito en papel y que es una
construcción que se hace paso a paso. Seguido de esto, cuando preguntamos
cómo podían contribuir, desde la cotidianidad, con la paz para lograrla y
mantenerla, un 35% dijo que no podían hacer nada, porque no tenían voz para los
dirigentes, otro 35% dijo que apoyando el proceso de paz, un 20% dijo que
ayudando a las nuevas generaciones (niños) inculcándole valores, y un 10% dijo
que podía ayudar económicamente.
Cuando indagamos sobre la relación entre paz y desarrollo rural
fueron varias las posturas encontradas. Aproximadamente un 70% de los encuestados
considera que la paz en efecto permite y contribuye al desarrollo rural, sin
embargo el 30% piensan que los problemas con el campo y su desarrollo tiene que
ver con aspectos que van más allá de las dinámicas de violencia. Dentro de los
que asocian paz con mejoramiento y desarrollo de lo rural, consideran que es
así porque en los procesos de paz se da conjuntamente la restitución de tierras
y se disminuye el desplazamiento, lo que contribuye a que las actividades
rurales como las agrícolas y ganaderas puedan fortalecerse y así contribuir
a la reducción de la pobreza y el atraso. Los que son apáticos con la
idea de paz como contribución al desarrollo rural lo piensan así porque no
consideran que haya intención real de devolución de tierras por parte de las
guerrillas, también porque piensan que los campesinos han sido excluidos y
olvidados por el gobierno aun antes de existir la guerrilla, de hecho
consideran que el surgimiento de esto grupos se dio por ese abandono de Estado
al sector rural, y otros porque creen que si no hay cambios a otros niveles,
como en la corrupción, educación y oportunidad, la paz no ayuda realmente al
desarrollo rural ni al mejoramiento de las condiciones económicas y la
calidad de vida de los campesinos y personas que viven y dependen del
sector rural.
CONCLUSIÓN
La gran mayoría de las personas entrevistadas apunta a que los
guerrilleros deben pagar penalmente por sus crímenes en el pasado, es decir los
aseadores se inclinan más por una justicia retributiva (castigo penal) que por
una restaurativa (reparación), en la que pena ojala sea cárcel, menos de la
mitad estaban seguros de que se les debía perdonar, por lo cual muestra en el
grupo una ideología de venganza, el hecho de que aceptan el castigo penal es
visto como una intención de cambio y una manera redimir sus crímenes, la
pregunta que surge es de si después del castigo penitenciario ¿estarían
dispuestos a perdonarlos?, parece que sí, ya que muchos están dispuestos a
recibirlos en sus círculos sociales y hasta dejarlos hacer política, ya que se
ve muy difícil que los acepten sin perdonarlos.
Sin embargo, en general existe la opinión de que habrá violencia e
inconformidad siempre que los ricos sean quienes tengan todas las ganancias de
cualquier actividad en el país, y que a los pobres siempre les den peores
condiciones de trabajo y de vida. En efecto, se evidencia que el fenómeno de la
violencia no es una problemática que se pueda reducir al conflicto armado o a
tres o cuatro actores, sino que está directamente relacionado con las
interacciones sociales de las personas de las diferentes clases sociales, y
sobre cómo las posibles clases subalternas, en este caso los aseadores de la
universidad, se sitúan frente al contexto nacional y la capacidad que ellos
perciben que tienen para cambiar su entorno.