Reseña
“Los Orígenes”
“En
los primeros tiempos España estuvo vacía de ciencia; ninguno de sus naturales
se hizo célebre por este título…”
Los orígenes es
el nombre del primer capítulo del libro Tabula
Rasa, en el cual, su autor Danilo
Cruz Vélez como bien propone en el título, busca presentarnos los orígenes de
esa que él menciona anormalidad en nuestro pasado filosófico. Remontándose a la
historia de España y sus relaciones con el pensamiento filosófico griego logra
encontrar en nuestro pasado los principios de esa esterilidad intelectual
nuestra, dándonos una explicación del por qué en la Época Moderna nuestro mundo
hispánico ha sido un territorio pobre para la filosofía.
En su libro, el autor habla de la conquista a España por
parte de los musulmanes en el siglo VIII, quienes en su arabización impondrían la filosofía y la ciencia de los griegos
olvidada tiempo atrás en Occidente. Sin embargo, ya en el siglo XII, el rey
Alfonso VI reconquistaría Toledo y formaría allí un centro intelectual del
Occidente cristiano. Sería allí, en Toledo, donde llegarían muchos sabios de
todas partes de Europa para rescatar la filosofía griega, ayudando a traducir
al latín y comenzando una nueva filosofía occidental, sin embargo en este
esfuerzo de continuar con la herencia griega seria mínima la participación de
los españoles. Así también serían las épocas posteriores inclusive en la Época
Moderna, en las que Europa se movía en el pensamiento moderno, mientras España
seguía indiferente a todo desarrollo. “Desde
los comienzos España estuvo vacía de ciencia”, esto, como menciona el
autor, explica por qué nosotros permanecimos en la época colonial ajenos al
pensamiento moderno europeo.
Susodicha situación comenzó a cambiar en España en el siglo
XX gracias a la Generación del 98. Promovida
por José Ortega y Gasset se dio inicio en España una oleada filosófica que, a
partir de distintos viajes hechos posteriormente por él, hizo que el país e
Hispanoamérica se adentraran finalmente en la fenomenología. Sin embargo una
fenomenología anticuada, pues al tiempo de publicar su primer libro sobre ésta,
Husserl, su fundador, ya había superado dicho tipo de fenomenología, por la
fenomenología trascendental. Ortega, como lo indica el autor, siempre estaba
alerta a lo nuevo en el mundo intelectual, es así entonces como se entera de la
obra de Heidegger. Luego, en lo que Cruz Vélez marca como cuestión de azar, la
fenomenología trascendental llega a América; pero de nuevo a destiempo, donde
vemos otra vez una anormalidad en nuestra
vida filosófica. Y fue retraso lo que imposibilito la recepción del
pensamiento de Heidegger y todo lo que se derivó de él. Entonces es así como
nos preguntamos: ¿Qué acaso siempre tendremos que estar en un segundo plano en
cuanto a vida filosófica e intelectual se refiere? ¿Cuál es pues un paso firme
a seguir para salir de nuestra situación de filósofos relegados?